miércoles, 28 de octubre de 2009

El bloqueo de EE.UU. contra Cuba, la historia de un genocidio y la resistencia


Telesur / Por: Wilkie Delgado Correa
Lo que le ha estado ocurriendo a Estados Unidos con el bloqueo contra Cuba es un verdadero descalabro político y moral. Eso expresan las reiteradas votaciones en las Naciones Unidas, y, por lo tanto, es cuestión de esperar paciente y estoicamente que quienes hoy o mañana manejen los instrumentos genocidas, cobren la cordura y decidan ponerle fin y disculparse y resarcir tanto daño ocasionado a un pueblo.

Por décimo octava ocasión la Asamblea de las Naciones Unidas discutirá este 28 de Octubre la necesidad de que los Estados Unidos cese el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba. Esta vez, como otras diecisiete veces será una condena política y moral aplastante para quienes en el gobierno norteamericano han aplicado y continúan aplicando, aún en el Gobierno de Barack Obama, una política que a la luz del derecho internacional, por sus características, califica como genocidio contra el pueblo cubano.

En su afán de destruir a la Revolución Cubana para apoderarse de Cuba, Estados Unidos se ha involucrado en una política contra el mundo, aplicando con prepotencia y torpeza leyes y medidas extraterritoriales que violan flagrantemente instrumentos e instituciones sagradas de la política y el derecho internacional en innumerables esferas. El propio pueblo norteamericano ha sufrido cuantas cortapisas a sus derechos constitucionales han querido establecer los distintos gobernantes norteamericanos. Tanta ofensa a la comunidad internacional no ha quedado impune. Sólo resta que el pueblo norteamericano combata también y venza por distintas vías esa política vesánica.

Lo que le ha estado ocurriendo a Estados Unidos con el bloqueo contra Cuba es un verdadero descalabro político y moral. Eso expresan las reiteradas votaciones en las Naciones Unidas, y, por lo tanto, es cuestión de esperar paciente y estoicamente que quienes hoy o mañana manejen los instrumentos genocidas, cobren la cordura y decidan ponerle fin y disculparse y resarcir tanto daño ocasionado a un pueblo. Han ido perdiendo todo asidero, y Cuba estará allí en la ONU y en todas partes lista para resistir y luchar, y el mundo estará con ella para brindar solidaridad al país agredido y para condenar al agresor, grande y prepotente, que también lo desafía, ofende y agrede con sus leyes y medidas extraterritoriales y sus oídos sordos a sus justos reclamos.

Los resultados de las votaciones en la Asamblea General de la ONU en contra del bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, han ido aumentando años tras años, llegando a ser de 185 votos el año pasado.

Son parte de la historia de la política imperial genocida norteamericana del bloqueo, los hitos siguientes:

El 15 de enero de 1959 un grupo de congresistas norteamericanos reaccionó con ataques al Gobierno Revolucionario por el enjuiciamiento de los crimi­nales de guerra. El representante Wayne Hays declaró que debían considerarse sanciones económi­cas, tales como la rebaja de la cuota azucarera y el embargo comercial.

A finales de Julio de 1959, se publicó las copias fotostáticas de un documento oficial del gobierno norteamericano, con instrucciones para el inicio del bloqueo económico.

El 27 de agosto de 1960 la compañía matriz norte­americana de la Compañía Cubana de Electricidad, canceló un financiamiento por 15 millones de pesos.

El 17 de Octubre de 1959, Estados Unidos impide la compra de aeronaves militares por Cuba a Gran Bretaña.

En junio de 1960, surge la negativa de las empre­sas Texaco, Esso y Shell a refinar el petróleo crudo importado de la URSS, después de haber suspendido el suministro del crudo.

En julio de 1960, una proclama del presidente Eisenhower redujo en 700,000 toneladas la cuota azucarera de Cuba en el mercado norteamericano.

En Septiembre de 1960, suspenden las operaciones la planta de níquel de Nicaro.

En octubre de 1960, se toman medidas de la prohi­bición de las exportaciones norteamericanas a Cuba ''excepto alimentos, medicinas y equipos médicos''.

En el período de diciembre de 1960 a marzo de 1961, se acuerda la supresión total de la cuota azucarera en el mercado norteamericano para 1961.

En febrero de 1962, se produce el embargo total del comercio entre Estados Unidos y Cuba.

En marzo de 1962, el Dpto. del Tesoro de USA prohíbe la entrada a ese país, de cualquier pro­ducto elaborado, en su totalidad o en parte, con materiales de origen cubano.

En octubre de 1963, la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de USA, aprueba una moción de suspensión de ayuda de ese país ''A toda nación que no impida que sus buques transporten materia­les estratégicos a Cuba''.

En mayo de 1964, el Departamento de Comercio restringe los embarques de alimentos y medicinas a Cuba.

Así puede seguir el relatorio de otras tantas medidas de agresión económica y de bloqueo, hasta la aprobación en 1992 de la Ley Torricelli y en 1996 de la Ley Helms Burton.

El 28 de Octubre de 2000 el Presidente de los Estados Unidos, previa aprobación del Congreso, firmó el proyecto de leyes que incluyen enmiendas con nuevas medidas que endurecen el bloqueo. Estas medidas se refieren a las ventas de medicinas y alimentos a Cuba, a la prohibición de las visitas normales de los norteamericanos a Cuba y a la apropiación de fondos ascendentes a más de 161 millones de dólares pertenecientes a empresas y bancos cubanos, que permanecían congelados en Estados Unidos.

El 20 de mayo del 2002, el presidente Bush lanzó su ''Iniciativa para una Cuba Nueva'', en que reitera las medidas de bloqueo y otra serie de medidas de carácter injerencista.

En el 2004 y el 2006 el presidente Bush ha aprobado y puesto en ejecución las medidas del llamado Plan para la Transición en Cuba, que consiste en nuevas disposiciones y medidas para recrudecer el bloqueo e instrumentar medidas diversas de agresión, que incluye un acápite secreto, que por su índole de peligrosidad debe ser denunciado por la comunidad internacional.

Durante el corto mandato de Barack Obama no se ha hecho nada sustancial para poner fin al bloqueo, y se han continuado aplicando las medidas de sanciones de la llamada Ley de prohibición del comercio con el enemigo como una cuestión de la ''sagrada'' seguridad nacional, y ha continuado la persecución y sanciones contra empresas con intenciones de comerciar o que han cometido la imprudencia de hacerlo, aún las asentadas en territorios de otros países.

El bloqueo ha ocasionado un daño económico hasta diciembre del 2008, según cálculos conservadores, que asciende a una cifra que supera los 96 mil millones de dólares, además de las consecuencias y secuelas que ha producido en la población cubana.

¿Entenderán los gobernantes norteamericanos el sentimiento patriótico del cubano? ¿Entenderán que al inmiscuirse en los asuntos de su país, les ofenden e hieren su dignidad nacional?

Si de definiciones y convicciones se trata, la Patria es la nación propia, con la suma de cosas materiales e inmateriales, pasadas, presentes y futuras que cautivan la amorosa adhesión de los patriotas; conjunto de personas unidas entre sí de corazón y voluntad en una nación, que es la sociedad natural de los hombres, a los que la unidad de territorio de origen, de historia, de lengua y de cultura, inclina a la comunidad de vida y crea la conciencia de un destino común.

¿Entenderán estas definiciones los políticos, gobernantes y congresistas yanquis, cuyo país tiene tantas cosas ajenas y contrarias al de Cuba, aunque son comunes en muchas otras con las del pueblo norteamericano?

Con Martí los cubanos han aprendido que ''el amor, madre, a la patria, no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerbas que pisan nuestras plantas: es el odio invencible a quien la oprime; es el rencor eterno a quien la ataca. ¿Acaso crees que hay algo más sublime que la patria?''

Para defender la patria antes de existir como nación, surgió la Revolución Cubana bajo la dirección de Céspedes, tuvo su continuación bajo la guía de Martí y alcanzó su triunfo definitivo bajo el liderazgo de Fidel.

Como señalara el Generalísimo Máximo Gómez, líder independentista: ''Las Revoluciones ni se asustan ni se exterminan. ¿Cómo matar una idea? Cuba sigue erguida y poderosa solamente por el derecho y la razón que la asisten... La Revolución de Cuba no está sólo en el corazón y la mente de sus hijos, está en sus brisas, en sus palmas, en sus arroyos, en sus cavernas y está en toda la América''.

Y cada cubano puede hacer suyos los argumentos que sobre su patria expusiera el escritor italiano Edmundo de Amicis, en su obra Corazón, y los cuales pudieran expresarse de la manera siguiente:

¿Por qué amo a Cuba? Amo a Cuba porque mi madre es cubana; porque la sangre que corre por mis venas es cubana; porque cubana es la tierra donde están sepultados los muertos a quienes llora mi madre y que mi padre venera; porque la ciudad donde he nacido, la lengua que hablo, los libros que forman, mi hermano, mi hermana, mis compañe­ros, el gran pueblo entre el que vivo y la hermosa naturaleza que me rodea, y todo lo que amo, lo que veo, lo que adoro, lo que admiro, es cubano...

Este afecto lo siento como niño, mujer u hombre...Lo siento en la indignación dolorida y altiva, que me hace subir la sangre a la cabeza cuando oigo a algún extranjero injuriar a mi patria. La sentiré con mayor violencia y orgullo el día en que la amenaza de un pueblo enemigo levante una tempestad de fuego sobre mi patria, y vea agitarse las armas por todas partes.

La Revolución Cubana es la obra más acabada del pueblo cubano a lo largo de sus duras batallas por la felicidad. Y ante las pretensiones de Estados Unidos con sus leyes, bloqueo y agresiones miles, se debe coincidir con Fidel en que: ''La Revolución no tiene marcha atrás posible. La Revolución Cubana es indestructible, porque para destruirla habría que destruir a todo el pueblo y un pueblo entero no se puede destruir hoy impunemente. La fuerza .La fuerza del pueblo está en su unión; la fuerza del pueblo está en su mayoría; esa mayoría que decide hoy sus destinos y que decide de acuerdo con sus propios intereses, siguiendo su propio camino.''

TODO ESTO SE DEBE ENTENDER CUANDO ESTE 28 DE OCTUBRE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL APOYE CON SU VOTO A CUBA Y LOS APLAUSOS VUELVAN A RESONAR COMO EXPRESIÓN DE SIMPATÍA EN EL RECINTO DE LA ONU.

* Doctor em Ciências Médicas. Profesor de Mérito

domingo, 25 de octubre de 2009

Apologia del compañero


De: La Calle del medio (17)

Antonio Rodríguez Salvador.

De tan sólo colocar la palabra compañero en el título de este artículo, cierto lector dirá: «Ya este escritor viene con el tema de la política». Y por qué, si la palabra compañero –que aparece cuarenta y tres veces en el Quijote, y setenta y siete en la Biblia– proviene de una lengua tan antigua como el latín, donde la unión de cum y panis significa comer solidariamente del mismo pan.
Pero es que ya son dos las palabras sospechosas: compañero y solidaridad –con cierto retintín argumentaría el mismo lector– y, sin embargo, no es culpa mía que estas fueran las dos primeras acciones que distanciaron al hombre de los animales. Quizá hoy no podamos determinar con qué gruñido neandertal se decía la palabra compañero; pero sí que el sentido de ese término –compartir el alimento– no sólo expresaba la intención de no comerse al semejante, sino también el valor de la cooperación generosa.
Porque hemos visto cómo los cerdos comen del mismo cajón; y los leones de la misma gacela muerta, pero nunca ningún cerdo o león corren a llevarle una porción de comida al enfermo, ni tampoco ceden la mejor posta al más débil. Hasta de las perras –cuya maternidad es proverbial– se conoce que llegan a devorar a sus propios cachorros recién nacidos.
El ritual de la mesa, tal como lo conocemos hoy, es de invención espartana. Fue el legislador Licurgo quien dispuso que todos debían sentarse alrededor de una mesa para compartir el pan, una medida que de inmediato contó con la aprobación de muchos; salvo de algunos ricos, que cegados por la ira llegaron al extremo de saltarle un ojo a Licurgo. Desde entonces la palabra señor se opone a la palabra compañero. Señor es el dueño del pan, y en todo caso lo vende, no lo comparte.
Naturalmente, los espartanos no usaban la palabra cum-panis para nombrar sus banquetes, sino fidicia, lo cual viene a significar «oficina de amistad y concordia», lo mismo que hoy la palabra compañero. Fidicia en realidad tenía raíz en la palabra filia, es decir, afición o amor a algo, pero según cuenta el historiador Plutarco, ellos ponían la «d» en lugar de «l» porque acostumbraban a la moderación y al ahorro.
También de la palabra compañero deriva compañones, es decir, testículos. Los testículos comparten el pan; en muchos países la palabra pan también define al órgano sexual de la mujer; en Cuba usamos la que nombra al panecillo redondo.
Asimismo estos comparten la filia –el amor–; mientras la tradición también les asigna el cometido de acompañarse en la valentía. Por eso testículo es sinónimo de testigo, y de esta última surge la palabra testimonio. Ya vimos que los señores espartanos sacaran un ojo a Licurgo con tal de no compartir su pan, pero la palabra testimonio significa brindar desde ojos fieles el pan de la verdad. Apuntemos que testigo, en griego, se dice mártir (martyr), y eso es porque se necesita mucha valentía para ser fiel, para ser siempre veraz.
Y de filia igualmente proviene fidelidad; una palabra cuyas dos primeras acepciones son, según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE): 1) Que guarda fe, o es constante en sus afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él; y 2) Exacto, conforme a la verdad.
También cuenta Plutarco que la costumbre de compartir la mesa la tomaron los espartanos de los cretenses. En Creta, a los banquetes no se les llamaba fidicia, sino andria, o sea, hombre. Esto nos hace volver al neandertal: se empieza a ser hombre cuando se comparte solidariamente con el semejante, y quizá por eso la palabra griega con que se define la raza es filon –otro derivado de filia–, lo cual en latín terminó siendo filius: hijo. Esta derivación es muy lógica, en tanto solemos ser mártires en la defensa de nuestros hijos. Ellos son el testimonio de nuestro amor y de nuestra raza; también son nuestro cum-panis.
Por eso a veces me pregunto por qué a Jesucristo le dicen Señor, y no Compañero. El antónimo de compañerismo es individualismo; el ególatra enceguece, saca ojos si tiene que sacarlos; pero Jesucristo –ya sea el Dios o el histórico, según el credo de cada cual– simboliza iluminación y el que da vista a los ciegos. ¿Y acaso no enseñó a compartir el pan?, ¿y dijo que primero pasaría un camello por el hueco de una aguja antes que un rico al Reino de los Cielos? ¿Y quién, si no, fue mártir por brindar testimonio de la fe? Y se llamó a sí mismo Hijo del Hombre.